En un artículo en portada del periódico del Papa, la periodista Lucetta Scaraffia asegura que la lavadora es de las cosas que más han hecho por la emancipación de la mujer. Sí; no son las feministas que consiguieron el voto de la mujer en todas las democracias; no ha sido tampoco su incorporación al mundo laboral; tampoco la píldora; ha sido un electrodeméstico. La columnista asegura que las diferencias entre hombres y mujeres se han ido al garete en el momento en que la procreación se puede hacer en un laboratorio. Como solo le diferencia a la mujer lavar trapos, la ecuación que hace es sencilla: la lavadora emancipa a la mujer. En esto la Iglesia tiene un papel fundamental, ya que según esta experta vaticana en asuntos de igualdad fue un teólogo alemán del siglo XVII quien inventó la primera lavadora.
“Entre las cuestiones de fondo que definen el rol femenino, junto al aquel religioso, una lugar importante está ocupado por la modalidad científica con la que una sociedad explica el proceso natural de la creación”, asegura la articulista. “La intervención artificial en el dominio de la procreación supone un abandono de la concepción consensuada de la humanidad, dividida entre hombres y mujeres. Si la concepción puede ser obra de un científico en un laboratorio, la diferencia entre lo masculino y lo femenino parece perder relieve, y afirmamos en consecuencia el principio de género, que, en la tentativa de asegurar la muy susurrada igualdad entre los sexo, niega la diferencia”.
La Iglesia católica por el contrario lucha por “una igualdad en la diferencia, considerando esta diferencia como obra de Dios para toda la Humanidad. Una diferencia que impone, en la tradición religiosa romana y ortodaxa, la diferencia del sacerdocio a las mujeres. La lavadora, en éste frente, no puede ayudar” termina diciendo ésta columnista.
A este paso vamos a tener santos que funcionan a 220 Voltios.
0 comentarios:
Publicar un comentario